jueves, 20 de marzo de 2008




En estos días de paz cuando todo el mundo está lejos, al menos lejos físicamente porqué tomaron sus maletas y fijaron rumbos distintos para darse unas merecidas vacaciones... yo también aproveché para leer y para descansar pero en mi hogar. Y también paseé y disfruté de la tranquilidad de las desahogadas calles vacías de rutina y sin querer tropecé con las orillas del mar. Un mar inmenso que se abría ante mí, silencioso y azul iluminado por el cálido sol de las primeras horas de la mañana.

Entonces, dejé volar mi imaginación y recordé viejos tiempos en los que todavía tenía más libertad y menos responsabilidades. ¿Se han dado cuenta que crecer nos hace tomar más responsabilidades? No es que hoy me haya levantado con el complejo de Peter Pan, pero sí con la necesidad de deseuropereizarme un poco, ya me entienden.

¿Son de los que piensan que el pasado es mejor o que el futuro puede mejorarnos? Yo no sé por qué decantarme la verdad. Del pasado siempre guardo los mejores momentos y de los malos siempre me llevo el pedacito que me lleve a mejorar como persona. Si observo la segunda postura solamente procuro ser positivo y detenerme en cada segundo para evitar problemas que oscurezcan las oportunidades del mañana.

Pienso que todos, al menos alguna vez, nos hemos sentido agobiados por el estrés que nos genera la sociedad en la que nos movemos... Desde niños ya tenemos obligaciones que cumplir, imagínense de mayores. A veces me pongo en la piel de mis padres y de verdad no sé cómo pueden tirar adelante con tantas cosas en la cabeza, supongo que es algo que aprendes con el tiempo, que necesitas aprender para continuar.

Todo es complicado, pero para todo hay un camino y un esfuerzo que debe ponerse. Es como aprender a caminar, o a hablar... no somos conscientes cuando lo hacemos, pero lo conseguimos por instinto e imitación... pues lo mismo con enfrentarnos a los problemas de la vida.

Hagan como el protagonista de la película American Beauty y vean lo efímera que es la vida de una bolsa de cartón,... y encuentren en las pequeñas cosas el verdadero valor de la vida y entonces descubrirán que cualquier cosa puede ser la fuente de la felicidad que andan buscando desde hace tiempo. Vivan sin miedo.








El Ángel Guardián




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