domingo, 7 de octubre de 2007

¿Se dan cuenta que las pequeñas decisiones o lo que consideramos tonterías sin importancia son lo que realmente transciende en nuestra vida hasta el punto de cambiarla por completo? Yo sí, y la verdad es que me desconcierta.

He pensado en todas las veces que he visto como la gente se ha esforzado por conseguir sus metas y después cualquier estupidez trunca todas sus esperanzas. El hombre es un ser abierto que encuentra la felicidad, como ha de ser, compartiendo sus emociones e inquietudes personales..., pero ¿qué ocurre cuando sentimos que dependemos de lo que otras personas hagan para que nosotros seamos felices? Todo está de más, nadie debería privar a nadie de que consiguiera sus sueños, siempre y cuando éstos sean lícitos y correctos... pues no es factible desear el sometimiento de otras libertades, u otras ideas un tanto a mi gusto irracionales y fuera de lugar, que pudieran poner en peligro también las ambiciones de terceros.

La vida se resume en intereses, sueños, ilusiones y un poco en las decisiones que todos a nuestro modo tomamos o sentimos cada día. Encuentro que, como dijera Michelle Pfeiffer en Mentes peligrosas (1995), "siempre hay elección"... y que está en la mano de uno mismo cambiar su suerte. No siempre uno puede conseguir lo que quiere, de hecho no sería ético que siempre uno obtuviera satisfacción plena pues de esa manera se truncaría el verdadero sentido de la existencia humana y es aprender del pasado para mejorar el mañana, pero... pero sí puede intentarlo y poner todo el empeño en conseguirlo. Eso sí se puede. Eso sí se debe.

Quizás nos encontremos en días que si miramos en adelante lo que nos viene, veamos que todo puede ser negro y es cierto, porqué nadie por ahora ni creo se consiga, tiene la posibilidad de saber con certeza qué ocurrirá... Ese es el encanto, forjar cada momento como si fuera el que tuviera que ser el primer eslabón de una cadena que te arrastrara hacia la felicidad. ¿Qué importa el mañana? Para muchos, todo... pero para otros, nada. Los que viven del primer modo continuamente están dudando y por tanto no se permiten el lujo de sentir tanto o tal como ellos realmente desearían... Si por el contrario se vive como los segundos, entonces la cosa cambia. Los que piensen que el mañana no es importante se dejaran llevar por los placeres de la vida y por tanto, quizás, erren en agotar todas las fuerzas hoy y no tener en qué sujetarse mañana... Yo creo que lo acertado es una mezcla de ambos estilos de vida. Vivir el presente para tener un futuro, ésa es la clave.

Me gustaría que todos pensaran en los sueños de siempre, en esos que se han guardado en su corazón y los cuales, muy seguramente y no temo equivocarme, no le habrán confiado a nadie más que a sus allegados más íntimos o ni tan sólo. Una vez lo hagan piensen cuál sería el orden en que deberían suceder. Entonces, reflexionen... ¿Creen que si lo planifican tendrán más posibilidades de que las cosas ocurran así? Si lo creen, están equivocados. Los planes están de más, porqué aunque sigas planes y te aferres a ellos... la vida está por encima de todas las listas, enumeraciones, y sistemas diversos y alternativos de tomar el control que tenemos los humanos... Vivid y ya.Y si no vean la película El amor es lo que tiene... y me cuentan si realmente vale la pena despertar cada día para seguir un sistemático y sucesivo orden de prioridades... Lo que realmente cuenta... el amor entre otras muchas cosas, no entiende de planes... el amor no puede medirse.



Un abrazo muy fuerte,



El Ángel Guardián






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